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Leyenda del palo borracho

Leyenda del Palo borracho y sus flores

Palo borracho (Chorisia insignis), conocido también como Samohú, Yuchán o árbol botella. Hay varias especies.

En los tiempos en que la luna bañaba su precioso disco en las aguas de los grandes ríos aprisionados  en la floresta, existía una tribu de indios cuyos hombres eran de un valor, extraordinario, y sus  mujeres de mágica hermosura.

Una de ellas sobresalía de todas por su exquisita bondad que se unía a sus nobles condiciones para  completar un digno marco de atracción y de alabanzas. Muchos guerreros ambicionaban llevarla a su  tienda por compañera, y muchas estrellas fueron testigos de las rondas y canciones que le prodigaban  al son de instrumentales de sonoros acordes. La joven india, que había rendido las pruebas que se  exigían a las mujeres de su tribu llegadas a la pubertad, tenía su elegido en uno de los indios de su  pueblo, Era un esbelto guerrero que en más de una ocasión había puesto a prueba su coraje. El amor  los fue uniendo hasta que quiso la fatalidad que la tribu se trabara en lucha con otras enemigas.

Partió el amante con sus compañeros, no sin antes solicitar de los labios de la amada la fidelidad  que guardaría durante su ausencia. Ella le prometió un amor eterno y juró sobre los huesos de sus  abuelos que no unirla su cuerpo a otro que no fuera el que había elegido y amado con extraño frenesí.  Su espera sería eterna, hasta que las, sombras la arrojaran en medio de la noche y la muerte le diera  el sosiego a su espíritu dolorido.

Transcurrieron muchas lunas sin que los guerreros ofrecieran noticias. Cuando la convicción de la  muerte se extendió por la tribu, la india, desposeída de su bien amado por el triste designio,  escuchó indiferente palabras de amor de bizarros hombres del pueblo. A ninguno hizo caso, porque en  su corazón se habla abierto una herida profunda causada por el dolor y que no se restañaría por largo  tiempo.

Desesperada se hundió en la selva para dejarse morir en ella. Poco tiempo resistió el peso de la vida  su físico debilitado. Una mañana, a la llegada de la primavera, los indios que se dirigían a cazar,  la encontraron muerta entre los matorrales. Decidieron llevarla hasta el pueblo; pero, en momentos de  cargarla sobre una parihuela, notaron que sus brazos se alargaban en forma de ramas y que su cuerpo  se redondeaba tomando, la forma de un árbol de extraña configuración. Su cabeza se doblegó hacia el  naciente, sobre el tronco, y de los dedos: empezaron a brotar flores blancas de gran hermosura. Los  indios retornaron impresionados a su tribu y allí contaron lo que habían visto.

Sólo algunos días después se animaron a volver al lugar donde se hallaba la india muerta, convertida  en árbol. Al llegar comprobaron que las flores se habían teñido de un ligero color rosado y que ya no  había quedado ningún vestigio, de humanidad. El árbol se levantaba seguro sobre su robusto tronco y  su ramaje florecido', se desparramaba en su graciosa copa.

Termina la leyenda diciendo que las flores blancas son los suspiros de amor y las lágrimas de la  india que se tiñen de rosa por la sangre derramada en el campo de batalla, y que las raíces del árbol  absorben de la tierra para llevarla a las corolas.

Extraído de: "El mito, la leyenda y el hombre - Usos y costumbres del folklore", de Félix Molina-Tellez, 1947.